227. El Emocionómetro de colores

Descripción de la experiencia

Esta experiencia se llevó a cabo en un aula de edad mixta donde había 11 alumnos de 3 años y 7 de 4 años. El grupo en general no tenía comportamientos disruptivos, sin embargo, uno de los alumnos de 4 años (con trastorno bipolar, diagnosticado) a veces presentaba comportamientos bruscos y agresivos con sus compañeros, los cuales se enrabietaban al no entender el por qué de sus acciones.

Así pues, a partir del juego El monstruo de colores (basado en un cuento muy usado en etapa infantil, en el cual un monstruo intenta ordenar sus emociones a partir del color) decidí crear una actividad que luego quedase instaurada como rutina diaria antes de irnos a casa.

En esta actividad utilicé un tubo de cartón decorado como el Monstruo de colores cuando no tiene las emociones ordenadas (al que llamé Emocionómetro). La dinámica consistía en ir llamando a cada alumno para que eligiese una de las dos cartas que había boca abajo.  En las dos cartas podemos ver la misma imagen del Monstruo de colores, sólo que en una de ellas además hay dos personas abrazándose arriba a la derecha (ver pdf adjuntado).
En el caso de que saliese la primera, el alumno debía coger las pinzas y sacar una bola del color correspondiente a la emoción que más haya sentido ese día en el centro e introducirla en el Emocionómetro. En el caso de que saliese la segunda, le preguntábamos como creía que se había sentido un compañero o compañera en concreto en alguna situación que nos haya llamado la atención ese día y debía insertar el color que creyese oportuno (por ejemplo: «Marc, ¿cómo crees que se ha sentido hoy Laura cuando se le ha caído la merienda?» o «Marc, ¿cómo crees que se ha sentido Xavi cuando Damià le ha pegado?»).
Entre alumno y alumno volvíamos a mezclar las dos cartas y a situarlas en la mesa, para llamar al siguiente alumno.
Una vez todos hubiesen participado, llamamos a los encargados de ese día y con la ayuda de todos, contamos en voz alta cuántas bolas había de cada emoción, comparando las cantidades e indicando cuál había sido la emoción más sentida ese día y cuál menos.
Desde ese momento se introdujo como hábito diario para los dos encargados de cada día. De esta forma, llegado el viernes, entre todos, comprobábamos el resultado antes de irnos a casa y así poder hacer una valoración de la semana.
Objetivos conseguidos
  • Identificar y reconocer emociones propias y ajenas.
  • Conteo de elementos.
  • Psicomotricidad fina (el alumno tan solo podía sacar y colocar la bola con las pinzas).
  • Comparar cantidades.
  • Establecer clasificaciones.
  • Reflexionar sobre nuestras acciones.
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